Las mujeres con epilepsia también celebramos el día de la mujer. Mucho es el recorrido realizado desde aquellos tiempos en que la mujer quedaba relegada a las labores del hogar y al cuidado de los hijos. Que ¡ojo! no quiero decir con esto que sean tareas menores, ni mucho menos. Lo importante a destacar es que no se le permitía, ni estudiar y, como consecuencia, a tener una carrera profesional.
Hubo mujeres que para poder estudiar una carrera tuvieron que disfrazarse de hombre, como Emilia Pardo Bazán. Otras, que asistieron a escuelas superiores en Polonia clandestinas (sí que admitían a mujeres, pero clandestinamente) y que luego, no sólo recibieron un Premio Nobel, sino dos. Estoy hablando de Marie Curie.
A las mujeres se les ha vetado la formación porque no interesaba que fueran unas personas cultas y así que fueran sumisas y obedientes a sus maridos. Pero siempre hubo mujeres rebeldes y a ellas es a las que debemos que la situación de las mujeres hoy sea muchísimo mejor. Recordemos que no hace tanto, en España, una mujer no podía ni tener una cuenta corriente, ni abrir un negocio sin el permiso del padre si era soltera o del marido si estaba casada. Hemos recorrido camino. Pero falta camino por recorrer.
¿Y qué pasa con las mujeres con epilepsia? Pues que somos unas luchadoras, unas guerreras. También tenemos grandes mujeres con epilepsia que han conseguido grandes logros y han superado muchas barreras. Por ejemplo, Marion Clignet que tuvo su primera crisis epiléptica en la adolescencia y como no podía conducir, cogió su bici para desplazarse, llegando a ser seis veces campeona del mundo de ciclismo. O la gran Agatha Christie a la que la epilepsia no le impidió convertirse en una gran escritora de fama mundial.
Emilia Pardo Bazán
Marie Curie
Marion Clignet
Agatha Christie
Mi gran pena es que, actualmente, las personas que más serias y comprometidas debieran ser en seguir trabajando por conseguir la igualdad real entre mujeres y hombres, nuestros gobernantes, están convirtiendo el feminismo en una pura caricatura, cayendo en temas ideológicos y políticos sin prestar atención a los grandes problemas de las mujeres y sin ser capaces de hacer pactos ni de colocar este tema transversal en el centro de todas las políticas. Así no avanzamos. Y ya veremos si no retrocedemos.
Desde mi pequeña parcela, seguiré peleando por los derechos de las mujeres en general y por los de las mujeres con epilepsia en particular, para conseguir una verdadera igualdad de trato en el acceso al trabajo, para que no seamos discriminadas por la enfermedad, para que se tenga una especial atención a las mujeres con epilepsia durante el embarazo, para que seamos consideradas personas aptas para desarrollar cualquier actividad que nos propongamos.