Testimonio de Sheila compartido a través de nuestra web para explicar al mundo su lucha contra la epilepsia
“Aprender a vivir con lo que tengo”, así titularía mi vida. La epilepsia apareció justo cuando mis planes de futuro estaban en pleno auge; acababa mis estudios de bachillerato y por fin iba prepárame las oposiciones para ser policía local, mi sueño desde que era pequeña.
Pasé muchas veces por el hospital antes de recibir el diagnostico definitivo. Cada día me me despertaba desorientada y con dolores de cabeza horribles. Los médicos me decían que era ansiedad aunque yo por dentro sabía que algo iba mal y que lo que me pasaba era mucho más grave, pero nadie me escuchaba.
Recuerdo alguna ocasión incluso, llegar con el labio reventado por las mordeduras que me producían las crisis, pero lo atribuían a pesadillas… en definitiva todos los diagnósticos acababa en cuadros de ansiedad.
El 17 de enero de 2012 recuerdo que me eché un rato para dormir la siesta y me desperté monitorizada en el hospital, rodeada de médicos y mi madre sujetándome la mano. Recuerdo mirarla a los ojos con mucho miedo y suplicarle que no me quería morir. Con este mal trago, mis sospechas se confirmaban y esos cuadros de ansiedad no eran el diagnostico correcto. Tengo epilepsia generalizada y mis crisis se producen cuando estoy durmiendo por lo que nunca nos dimos cuenta, hasta que por casualidad, ese día, mi madre pudo verme convulsionando. Por fin teníamos el diagnóstico y podrían ponerme un tratamiento adecuado.
Mis crisis se producen cuando estoy durmiendo por lo que nunca nos dimos cuenta
Aceptar la enfermedad fue difícil y más cuando solo tienes 18 años, con planes de futuro totalmente incompatibles con esta enfermedad. Supe seguir adelante yo sola, sin compartir mis emociones con los demás para que no sintieran pena o lastima por mi.
Lo más duro fue cuando el medico me dijo “Sheila no podrás ser policía ni hoy ni dentro de 5 años, tengas o no controlada”. Yo no estaba dispuesta a aceptar lo que me acababan de decir, no quería que fuera verdad… Entonces te pones a pensar, miras hacia atrás y ves como tu vida en milésimas de segundos da un giro de 360 grados y no te queda otra que aceptarlo, tienes que aprender a vivir con lo que te ha tocado. Al menos estaba tranquila porque sabía que no estaba sola.
Cuando conseguí aceptar estas nuevas condiciones que la vida me había impuesto, busqué otras profesiones que me pudieran gustar, pero fue agotador… Nada me convencía o quizás mi propia frustración hacía que no me gustase nada.
Pasé un año malo y con el apoyo de mis padres ese año fue sabático para pensar con tranquilidad y barajar opciones, luchar por otras metas, la que yo tenía en mente, no era posible. Así que aquí estoy, con 23 años y soy técnico especialista en imagen para el diagnostico y medicina nuclear. Supongo que al hecho de haber estado tanto en el hospital al final me ha terminado gustando jajaja.
Actualmente estoy preparándome las oposiciones y por supuesto no descarto seguir estudiando. Me gustaría hacer enfermería pero poco a poco que tengo una hermana menor y también tiene que estudiar.
Con mi historia lo que quiero que vean es que si aprendemos a vivir con ella, lidiar todos los días, etc.. podremos ser felices mas de lo que pensamos. La epilepsia me ha enseñado a diferenciar entre lo importante, lo urgente y los problemas de verdad. Me ha enseñado a vivir y aprovechar cada minuto de aire fresco. Me ha enseñado a seguir otras metas, a luchar desde que me levanto hasta que me acuesto, pero lo mas importante es que me ha enseñado a apreciar la familia, los amigos, los hermanos, las sonrisas, los abrazos… Lo material siempre quedara en un segundo plano.
Puedo decir orgullosa que tengo epilepsia, no me avergüenzo y gracias a ella he aprendido a vivir de verdad. Antes malgastaba el tiempo pensando en la ropa que me iba a poner para salir con mis amigas, ahora lo invierto pasando el tiempo con los que mas quiero.