Una crisis epiléptica es una alteración que se produce en una persona, de forma brusca e inesperada y finaliza habitualmente de forma rápida, debida a una actividad anormal, súbita, breve y transitoria, de las células más importantes que componen el cerebro: las neuronas.
Es bastante común que las personas sufran al menos una crisis epiléptica a lo largo de su vida.
Se estima que entre entre un 2 y un 5% de la población experimentará un episodio de epilepsia en algún momento; sin embargo, esto no implica que se trate de un paciente con epilepsia. Según la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), para padecer epilepsia hay que haber tenido más de una crisis. Además, hay que tener en cuenta que algunas personas pueden tener más de una crisis convulsiva causadas por fiebre elevada, diabetes, otras enfermedades, estrés, alcohol o consumo de drogas. Y no por ello estas personas tienen epilepsia.
Cada año se dianostican más de 20.000 nuevos casos en España, y es una de las enfermedades neurológicas crónicas más habituales, hasta convertirse en el segundo motivo de consulta ambulatoria neurológica después de las cefaleas. Pese a ello, a día de hoy los pacientes con epilepsia aún deben hacer frente además a un grave estigma derivado del desconocimiento y la discriminación social.
¿Cuándo es más probable que las personas desarrollen epilepsia?
Normalmente los nuevos casos de epilepsia son más comunes entre los niños, especialmente durante el primer año de vida. La tasa disminuye gradualmente hasta aproximadamente los 10 años de edad y luego se estabiliza.
Después de los 55 años, la tasa de casos nuevos de epilepsia comienza a aumentar, a medida que las personas desarrollan apoplejías, tumores cerebrales o Alzheimer.
Es importante recordar que cualquier persona puede desarrollar epilepsia. La epilepsia afecta tanto a hombres como a mujeres de todas las razas, orígenes étnicos y edades.