Un artículo de nuestra colaboradora Irene Tarragó
Da la casualidad de que escrito este documento el día que cumplo 46 años de matrimonio. Una historia la nuestra sencilla y basada en el respeto y la admiración mutuas. En saber ceder y tomar decisiones entre los dos. He tenido mucha suerte. Encontré a un hombre extraordinario que no me dejó cuando supo que tenía epilepsia, es más, se casó conmigo sabiéndolo. Porque yo ya la tenía cuando éramos novios. Ha sido mi apoyo todos estos años y al que le debo el que no haya dejado de hacer aquello que me gustaba.
Porque la ignorancia que la sociedad tiene de esta enfermedad hace que, muchas veces, nosotros nos creamos las cosas que nos dicen, como que no servimos para nada, que cómo vamos a hacer esto o lo otro si en cualquier momento nos puede dar una crisis. Y nos convencen de que es así. Pues no, no es así y se lo tenemos que demostrar. Que no nos acobarden, que nosotros somos capaces de hacer muchas cosas y de hacerlas bien. Hay que enseñarles que la epilepsia es algo que va con nosotros pero que no nos limita.
Por eso, dar con una persona como mi marido para mí ha sido como si me tocara la lotería, porque ha estado ahí siempre ayudando, empujando, sin dejarme que me esconda tras la enfermedad para no hacer algo, por miedo. Me ha dado la vida. Gente como él es muy sanadora.
Por otra parte, ha llegado el frío y la nieve. Lo normal para estas fechas.
Y ya estamos metidos en los preparativos de las Navidades, con nuestros familiares haciendo planes para venir, nosotros preparando menús para estos días, comprando regalos… A mi con los años, por un lado, cada vez me da más pereza pero, por otro, veo a mis nietas y la ilusión que tienen, y la alegría de mi hijo pequeño que vive en Barcelona al juntarse con su hermano, sus sobrinas, con nosotros, con sus primos y primas… que la pereza se me va y me vuelco en todos los preparativos.
Lamentablemente, hay mucha gente que no podrá pasar unas navidades tan fabulosas como las nuestras, por ejemplo, muchas familias de los pueblos de Valencia, la gente de Ucrania y de tantos países en guerra, que no sé yo a donde va el mundo. Si algo podemos hacer por ellos, hagámoslo. Y no desperdiciemos estos días para reñir o estar a malas con nuestra gente. No tenemos derecho.
Mis mejores deseos para todos en estas fechas y que el 2025 sea espectacular.
Irene Tarragó Pascau