Un artículo de nuestra colaboradora Irene Tarragó
Todavía estamos en agosto, pero la actividad del verano ha ido decayendo. De estar 8 personas en El Porche, de la noche a la mañana pasamos a ser dos y, aunque, en un primer momento tras la marcha de las niñas y nuestros hijos y parejas, habíamos respirado por la tranquilidad y el sosiego que dejaban, pronto se nos pasó esa sensación para empezar a echarles de menos en pocas horas.
La alegría de las niñas, los gritos en la piscina, la excitación con cualquier juego que se les ocurría incluso las películas que, a veces, veían era algo que formó parte de nuestra rutina durante unos días y que nos llenaban la casa de vida y de alegría.
Ahora, los dos solos, no es que estemos mal, que no, pero nuestras actividades se dirigen a otras partes: he retomado esta entrada al blog de MJN, hemos retomado las salidas a andar, he comenzado con un grupo de valientes un nuevo proyecto y estamos los dos, mi marido y yo, organizándonos ya la agenda de médicos para comenzar en septiembre.
La vida de una persona con epilepsia no tiene por qué estar limitada por nada. De verdad. Siempre que se tenga una epilepsia controlada con medicación e, incluso, con una epilepsia no tan controlada.
La vida de una persona con epilepsia no tiene por qué estar limitada por nada. De verdad. Siempre que se tenga una epilepsia controlada con medicación e, incluso, con una epilepsia no tan controlada. Se toman las medidas pertinentes y se busca el mejor camino para conseguir nuestros fines. Que la epilepsia no nos detenga. Lo que no se puede hacer, obviamente, es no tomar la medicación o tomar alcohol, o no llevar una higiene del sueño adecuada.
Me dicen, a veces, que quizás la gente joven es la que lo lleva peor, por la presión de la sociedad que parece que si no bebes no te lo puedes pasar bien. Y yo siempre he razonado que creo que es al contrario: que quien bebe en demasía llega a un punto que es una caricatura de sí mismo, hace el ridículo y, muchas veces, ni se acuerda de lo que ha sucedido. En cambio, el que no bebe, vive el momento y lo disfruta, puede echar una mano a los que se pasan con el alcohol y llevar el coche a la hora de volver a casa. Somos mucho más útiles.
Espero que todos hayáis podido descansar en estos meses de verano y no hayáis pasado demasiado calor. Ahora a volver a la rutina que no es tan malo. Y a seguir el camino de la vida. Buen viaje.