Una crisis epiléptica es muy visible e impactante para los que desconocen la afectación, que se pueden ver alarmados enseguida y correr a buscar ayuda médica. La pérdida del conocimiento de una persona que sufre una crisis epiléptica generalizada hace que esta visibilidad de la afectación sea clara. Pero existen las crisis epilépticas parciales o simples, que son más difíciles de detectar. Es importante detectar una crisis epiléptica parcial a tiempo para poder informar al médico, ya que algunas veces una crisis epiléptica parcial se puede convertir en general.
Las causas de una crisis epiléptica parcial son las mismas que las de una crisis epiléptica general. El funcionamiento anormal esporádico de un grupo de neuronas es el origen de una crisis, a diferencia de que en una afectación parcial solo quedan afectadas las neuronas de una zona concreta.
La discreción de las crisis simples
Pueden pasar tan desapercibidas estas crisis parciales o simples, que una maestra de escuela, por ejemplo, puede pensar que un niño no está prestando atención a clase (ya que tiene la mirada fija o no reacciona cuando se le pregunta algo) cuando lo que realmente le ocurre es que está sufriendo una crisis parcial. Según la localización de la afectación, los síntomas de una crisis parcial pueden cambiar. Es posible que se produzcan síntomas de origen motor, que pueden hacer perder el control sobre la actividad muscular (cara, brazo, pie u otra parte del cuerpo), entumecimiento u hormigueo; también pueden percibirse convulsiones sensoriales que causen cambios en la audición, la visión o el sentido del olfato que pueden derivar a alucinaciones o dificultades para oír. Algunos síntomas menos visibles podrían ser cambios en el ritmo cardíaco, presión arterial o función intestinal.
Otras señales de alerta en caso de crisis parcial pueden ser dificultad en el habla, cambios en la visión o movimientos inusuales de los ojos (mirada fija o movimientos rápidos), sudoración, falta de atención o ansiedad.
Es importante estar atento a los posibles síntomas, ya que en algunos casos una convulsión parcial puede llevar a una pérdida de conocimiento y convulsión generalizada.
La mayoría de las convulsiones no duran más de 1 a 2 minutos. Sin embargo, una persona puede continuar sintiéndose confundida o tener dificultad para pensar con claridad después de una convulsión. Si una convulsión dura más de 5 minutos, los médicos la consideran una emergencia médica.