Un artículo de nuestra colaboradora Irene Tarragó
Decimos adiós a 2024 y damos la bienvenida al 2025. Un cuaderno lleno de hojas en blanco para que nosotros las vayamos llenando de vivencias y actos que nos llenen y que nos hagan seguir adelante. No se trata de hacer grandes cosas, sino de saber aprovechar cada día, cada momento y ser conscientes de que la vida está ahí, en las pequeñas cosas. Que seamos capaces de vivir la vida, de no caer en la monotonía, de hacer que los días sean distintos, por nuestra actitud ante el devenir de la vida.
Por eso os quiero desear un año en el que os sintáis protagonistas, en el que ningún día sea igual al anterior, en el que cuidéis a vuestros familiares y amigos, en el que lo que prime sea el hacer el bien. Sé que puede no estar de moda desear estas cosas o que suene a sensiblero o cursi, pero si todos y todas buscáramos la felicidad de los demás, éste sería un mundo mucho mejor.
Yo me lo voy a aplicar. Tratar de ser mejor persona no es algo fácil pero estoy firmemente convencida de que es lo que, a la larga, da más satisfacciones.
Seguiremos teniendo nuestra enfermedad, esta compañera de viaje que no nos deja, que nos es demasiado fiel, pero a la que tenemos que tratar bien para que la convivencia con ella sea lo más llevadera posible. Por nuestra parte que no quede. Ahí está ella, persistente, pero nosotros también lo somos. Cuidaremos mucho nuestra medicación, sin olvidarla, sin cansarnos; cuidaremos nuestras horas de sueño; mantendremos lejos al alcohol y haremos caso a todas las prescripciones que a cada uno nos de nuestro médico. Todo eso está en nuestra mano. Ya sabéis que yo tengo una epilepsia totalmente controlada con la medicación, pero si yo, desde que me la diagnosticaron, no hubiera seguido a rajatabla las indicaciones de mi médico, hoy no estaría aquí escribiendo estas entradas al blog de MJN. Porque no podría contaros la importancia de ser escrupulosa en el cumplimiento de estas normas y deciros que gracias a eso, he tenido una vida plena que es lo que más deseo para cada uno de vosotros.
Y esta manera de vivir no me ha hecho dejar de hacer las cosas que quería. Cierto que, algunas, las tengo que hacer de otra forma o con ciertos condicionamientos, pero yo creo que el 100% de las personas tienen alguna cosa que las diferencia de las demás y que hace que no todos hagamos las cosas igual. Por ejemplo, yo he sido nadadora y ahora practico natación, pero nunca sola. He montado a caballo. He sido madre y, en aquella época, a las mujeres con epilepsia nos practicaban cesárea siempre. Hoy en día ya no. O sea, que las cosas también van evolucionando. Que la epilepsia no os reste felicidad.
Así que lo dicho, que tengáis un año espectacular, que busquéis vuestra mejor versión y que esa actitud os traiga muchos momentos felices.
Irene Tarragó Pascau