Ya estamos en septiembre. El COVID todavía no nos ha dejado, pero hay que seguir viviendo y acostumbrarnos a que ha venido para quedarse. Las vacunas ayudan, pero no lo eliminan. Vamos a tener que coger costumbres nuevas y ser muy cuidadosos con la higiene y las distancias. Pero hay que vivir, hay que seguir adelante y, lo mismo que las personas con epilepsia tenemos que ajustarnos a unas pautas, además de tomar nuestra medicación, somos muy capaces de adaptarnos y buscar caminos alternativos para llevar a cabo nuestros sueños.
El verano lo he pasado en familia, en una casa que tenemos en el pantano de Entrepeñas. Mi hijo mayor vino con su familia a principios de agosto y se fueron el 2 de septiembre, así que he podido disfrutar de mis nietas todo lo que he querido. También ha venido mi hijo pequeño, que no le veíamos desde navidad. La verdad es que mi marido y yo hemos disfrutado, pero, también, hemos terminado agotados. Acostumbrados a ser 2, pasar a ser 7 durante todo un mes, con sus comidas, sus lavadoras… cansa. Por eso, nos hemos quedado unos días para descansar y, también, para poder ordenar y limpiar como es debido. Este domingo ya volveremos a Madrid para comenzar la rutina.
“Vamos a tener que coger costumbres nuevas y ser muy cuidadosos con la higiene y las distancias”
“Quien verdaderamente disfruta en una reunión de amigos es quien está con los cinco sentidos, quien se da cuenta de las cosas que pasan, quien ríe y llora de verdad”
Como os comenté en mi última aportación al blog, estoy haciendo un curso de escritura para escribir mi autobiografía y me está gustando mucho. Estoy aprendiendo muchas cosas y recordando hechos que tenía en el olvido. Estoy ansiosa por terminarlo y ponerme de lleno con mi autobiografía. Quiero hacerla personal, pero a la vez, que mucha gente con epilepsia se pueda ver reflejada en ella y pueda ayudarles a llevarla como yo la he llevado. Obviamente, mi epilepsia está controlada, pero quiero poner en valor que si está controlada también es porque desde el principio he hecho todo lo que me ha dicho el neurólogo, he tomado mi medicación y no he hecho nada que pudiera ponerme en riesgo de tener una crisis (al menos, intencionadamente). Esto es importante, porque, a veces, sobre todo la gente joven a la que se le diagnostica la epilepsia, se muestran reacios a, por ejemplo, no tomar alcohol, pues piensan que les van a ver raros o que no van a disfrutar tanto como sus amigos. Nada más lejos de la verdad. Quien verdaderamente disfruta en una reunión de amigos es quien está con los cinco sentidos, quien se da cuenta de las cosas que pasan, quien ríe y llora de verdad, no aquellos que de repente, tras ingerir varias copas, hacen el “momento de exaltación de la amistad” y dicen que quieren a todo el mundo, perdiendo el control de su persona y convirtiéndose en otra distinta. Yo he sido siempre la que no bebía alcohol y he observado muchos de estos comportamientos toda mi vida. Es difícil, hoy en día, convencer a un joven de que no beba alcohol, con lo extendido que está el tema de los botellones, pero tenemos que hacer algo por llegar, no sólo a los jóvenes con epilepsia sino a todos. El consumo moderado de alcohol está muy bien. Pasarse es una barbaridad y, aunque no tengas epilepsia, también puedes dañar tus neuronas.
En fin, me ha salido una entrada un poco moralista. Pero es tan importante para las personas con epilepsia seguir esa pauta…
También ha comenzado el curso político, así que voy a tener el tiempo muy ocupado.
Un abrazo a todos.
Pantano de Entrepeñas.