Un artículo de nuestra colaboradora Irene Tarragó
ACTITUD
La vida de una persona gira en torno a la actitud que ésta presente ante la vida. Estoy convencida de ello.
Porque aún en las peores situaciones, en las situaciones más difíciles se encuentran personas que las enfrentan de un modo distinto. Aún cuando el entorno de esa persona haya sido la pobreza, la marginación siempre vemos gente que se cuestiona por qué las cosas son así, que se revuelve y lucha por una situación más igualitaria para su grupo, pueblo, país.
Lo mismo ocurre con las situaciones personales de cada uno. Ante un problema, ya sea económico o de salud o de otra índole, nos encontramos con personas que arrojan la toalla a la primera, que la situación no les permite reaccionar y se van hundiendo poco a poco sin la capacidad enfrentarse a la situación. En estas situaciones, es imprescindible contar con un entorno fuerte y sano. Con un entorno que no te eche la culpa de la situación (muchas veces eres el primero/a en hacerlo).
El apoyo, el estar ahí, es imprescindible para que una persona que tiene un problema pueda reaccionar y mostrar una actitud resuelta a solucionarlo o a plantarle cara. Porque cuando, por ejemplo, te diagnostican un cáncer, tu mundo se viene abajo. A mi no me lo han diagnosticado, aunque sí tengo carcinoma lobulillar in situ. Este carcinoma es una afección poco común en la que se forman células anormales en las glándulas mamarias (lobulillos). El carcinoma lobulillar in situ no es cáncer. Recibir su diagnóstico, sin embargo, indica que tienes un mayor riesgo de sufrir cáncer mamario. Con lo que, unido a mis antecedente familiares (mi hermana: cáncer de mama y dos cánceres de pulmón; mi padre: cáncer de pulmón; mi hermano: cáncer glándulas linfáticas) es algo a tener en cuenta y mirárselo bien.
El apoyo, el estar ahí, es imprescindible para que una persona que tiene un problema pueda reaccionar y mostrar una actitud resuelta a solucionarlo o a plantarle cara.
Si bien este diagnóstico me dejó algo desconcertada, también os digo que debido a la actitud misma del propio médico cuando me lo dijo, resultó menos impactante. Todo lo presentó fácil. Habrá que hacer una prueba (una mamografía con contraste) para decidir qué técnica utilizará para sacarme todo lo que haya ahí dentro mal. Todo este mes de junio he estado con pruebas diagnósticas, con la biopsia y, por fin, el diagnóstico. Ahora estoy en la fase de resolución. Por lo que me falta la prueba que os he dicho antes y creo que ya en septiembre será la cirugía o mini cirugía.
A lo que voy es que una persona que me viera desde fuera podría pensar que voy teniendo muchos puntos para andar ya muy cabizbaja, pero es que nunca, nunca, se me ha ocurrido pensar que era una desgraciada porque ya tengo dos enfermedades crónicas: epilepsia y hemocromatosis. Odio más la hemocromatosis porque el mantenerla a raya me está costando las venas, ya que se controla a base de sangrías. Ahí sí que no hemos avanzado nada. Pero es algo muy, muy llevable. Por eso, cuando llegó este último diagnóstico pensé: “Ya estoy acabando el álbum. Voy teniendo todos los cromos”. Pero nada más. Mis amigos me preguntan qué tal estoy y les digo que la verdad es que no ando nada preocupada, entre otras cosas, porque he aprendido que preocuparse no vale para nada. Hay que ocuparse de las cosas. Y punto.
Además, últimamente he entrado en contacto con el mundo de la ELA, pues he conocido a Jorge Murillo Seral y, por las redes, a Jordi Sabaté Pons y me parecen dos personas increíbles, que luchan por vivir, literal. Creo que todos debemos poner nuestro granito de arena porque las ayudas económicas prometidas les lleguen, porque no tienen tiempo. Es una vergüenza que el morir o no morir dependa de la situación económica del paciente. Estos dos Jorges me parecen valientes, activistas por los derechos de todos los enfermos de ELA. Ellos, que solo tienen sus ojos para expresarse, lo hacen mucho mejor que otros muchos y ahí siguen, con todo el sentido del humor que pueden y luchando día a día por su vida. Y yo, ¿Me voy a quejar? ¡Qué vergüenza!
Un abrazo a todos. Y siempre con la mirada arriba y con el ánimo para seguir adelante.
Irene Tarragó Pascau
